viernes, 2 de julio de 2010

Introducción al acuario

En éste artículo pretendemos dar un repaso general a todo lo que debemos tener en cuenta cuando montamos un acuario por primera vez.

Elección del tanque

Ventilación y bombas

Filtros

Calefacción y calentador

Iluminación

Elección del tanque

Uno de los elementos más importantes para asegurar el bienestar de nuestros peces es el tanque. Este debe contener la suficiente cantidad de agua para atender a las necesidades de sus inquilinos. En efecto, el tamaño del tanque es crítico para el mantenimiento de los peces que viven en él.
La supervivencia de los peces ldepende directamente de la cantidad de oxígeno disuelto en el agua, por lo tanto es muy importante que el número de habitantes que se introduzca en el acuario no supere sus condiciones de seguridad.

Colocación del tanque


Hemos de tener presente que para mantener nuestro acuario y sus inquilinos en buen estado éste debe colocarse respetando las siguientes exigencias:

-Es conveniente que esté cerca de una fuente de luz natural, pero que no sea atacado directamente por los rayos solares, que provocarían a menudo un calentamiento excesivo del agua y una desmesurada proliferación de algas.

-Puesto que será aireado gracias a una bomba que insuflará aire ambiental, debe colocarse en un lugar donde no haya polvo, humo ni gases tóxicos (incluido el del tabaco).

-No debe haber ninguna zona expuesta a continuas corrientes de aire, que harían variar rápidamente la temperatura interna del acuario poniendo en peligro la vida de los peces más delicados.

-Debe encontrarse en una zona tranquila en la que no haya ruidos fuertes ni un excesivo deambular de personas. Los peces oyen los ruidos y ven los movimientos del mundo exterior, con lo que las especies tímidas tendrían una vida breve y atormentada, siempre escondidas y asustadas. No debemos golpear los cristales con los nudillos de los dedos, pues esto desestabiliza a los peces.

-Debe encontrarse en una zona que disponga de acceso a las conexiones eléctricas para poder conectar bombas, calentador y filtro.

-No debe de situarse en un lugar angosto; debe haber suficiente espacio para la alimentación y para la manipulación de las plantas o elementos de decoración de dentro del acuario.

Ventilación y bombas

Empezamos hablando de las bombas de aireación. Podemos distinguir dos tipos:

-Bomba de agua: empujan el agua mediante un motor y lo obligan a circular por el filtro y a lo largo de todo el trayecto que queremos hacerle recorrer. Este tipo de bomba se usa mayoritariamente en acuarios de grandes dimensiones y que pueden estar vigilados regularmente, ya que el mecanismo de estas bombas tiende a atascarse.

-Bomba de aire: es la más utilizada y la que tenemos en el acuario, por lo que nos extenderemos más que en la primera.
Puede pensarse que la bomba de aire también tiene muchas posibilidades de atascarse, pero en realidad duran mucho más tiempo sin dar problemas, ya que son mucho más simples. Son compresores que aspiran el aire del ambiente y lo obligan a circular por un pequeño tubo. El punto débil de esta bomba es la membrana que empuja el aire, pero esta empieza a hacer mucho ruido cuando está a punto de romperse, por lo que podemos detectar el peligro de que el acuario quede sin airear (lo que provocaría la muerte a muchos de los peces). También pudiera suceder que el motor se bloqueara, pero tendríamos constancia de ello anteriormente ya que se produciría un sobrecalentamiento de la bomba.

Tener un buen modo de ventilar nuestro acuario es muy importante, ya que de este modo el agua agitada puede enriquecerse de oxígeno mediante el intercambio producido entre la superficie de contacto entre el aire y el agua.
Sabemos que todo lo que se sedimenta tiende a introducirse entre la arena del fondo: restos de comida, hojas caídas de las plantas, excrementos de los peces, etc. En el fondo hay microorganismos que transforman estos trocitos de sustancia orgánica en sales minerales utilizables por las plantas. Para que puedan producirse estas reacciones, es necesario que toda el agua este bien oxigenada, incluida también la que hay entre las piedras del fondo. Si no fuera así, se produciría en esa zona del acuario un ambiente anóxico, es decir, privado de oxígeno, y por tanto los peces no pudieran vivir en esa zona. Alguien pudiera alegar que los peces, a falta de oxígeno, podrían permanecer en las zonas de la superficie, pero el problema es que cuando falta oxígeno en el fondo, mueren también las bacterias que reciclan los compuestos orgánicos. En su lugar aparecen bacterias anaeróbicas que transforman estos compuestos orgánicos en substancias toxicas para los peces.
Pues bien, la ventilación del acuario tiene como principal función el impedir que se llegue a la situación explicada anteriormente.

Importancia de la ventilación para el movimiento de agua
El agua debe poder circular por cualquier rincón de la pecera, para evitar que existan bolsas dentro de las cuales puedan acumularse los productos de la degradación microbiana anaeróbica. Tal riesgo existe sobretodo en las peceras en las que albergamos peces a los que les gusta resguardarse o esconderse en rincones que hemos preparado especialmente para ellos. Si uno de estos refugios está falto de una buena circulación de agua, puede que se produzca una zona de putrefacción en la cual se acumulen compuestos tóxicos.
El movimiento del agua es importante además para permitir que los peces naden más activamente. De tal modo, el espectáculo que ofrecen es más agradable y también su salud sale ganando: el movimiento activo favorece la respiración, hace aumentar los consumos e impide que los peces acumulen demasiadas grasas.

Filtros
Podemos resolver el problema de la depuración del agua eligiendo entre dos métodos diferentes: o bien implementar un sistema filtrante natural, sin dispositivos mecánicos, o bien servirnos de un filtro artificial.
En el primer caso se recurre solamente a los microorganismos que hay en el fondo del acuario, por lo que la adición de substancias orgánicas complementarias debe ser reducida al mínimo.
Con esta modalidad de filtración no es posible acoger en el acuario a más de tres o cuatro peces pequeños y además deberemos evitar el subministro de un exceso de alimento.
Otra modalidad de filtración natural consiste en colocar un tanque contiguo separado del de los peces con abundante vegetación. El agua del acuario se sifona hacia el tanque con las plantas y después se bombea de nuevo. El tanque con la vegetación ha de estar intensamente iluminado para permitir la fotosíntesis. La filtración tiene lugar cuando las plantas toman anhídrido carbónico y sales inorgánicas y liberan oxígeno y compuestos orgánicos.

Normalmente, quien decide tener un acuario prefiere reunir en poco espacio una buena cantidad de organismos y no quiere hacerse cargo de dos tanques como se proponía arriba: uno para peces y otro para la vegetación. En tal caso es necesario procurar de mantener el agua limpia a través de un sistema de filtrado auxiliar. A parte de los filtros externos de bomba, en los cuales el agua se hace circular mediante una turbina, pasa a través de estratos de material filtrante y es de nuevo enviada a la pecera, todos los demás filtros funcionan gracias a empuje comunicado al agua por el aire comprimido. Recordemos a este respecto que el aire insuflado en el acuario es el mismo que está presente en el ambiente externo.

Un buen sistema filtrante debe cumplir las siguientes funciones:

-crear en el acuario una circulación de agua que garantice la distribución uniforme tanto de la temperatura como de las substancias nutritivas

-provocar la limpieza mecánica del agua separando todas las partículas que contribuyen a enturbiarla

-modificar la calidad del agua, acidificándola con turba o suavizándola con resinas especiales que provocan el intercambio de iones.

-Operar un filtrado biológico por medio de bacterias y algas unicelulares.

-absorber las substancias tóxicas mediante el uso de carbón activo.

Tipos de filtros
Encontramos filtros básicamente de tres tipos: internos bajo la arena, internos laterales y externos.
Un buen filtro bajo la arena puede ser, si está construido correctamente y es proporcional a las dimensiones de la pecera y al número de huéspedes, el sistema filtrante por excelencia, puesto que no requiere mantenimiento durante mucho tiempo y es el filtro más parecido al natural.
En el filtro bajo la arena, el ventilador bombea el agua en un tubo ligado a la piedra porosa, introducida en la base de un tubo dentro del cual el agua sube desde el fondo del acuario hasta la superficie. El agua llega a ese tubo después de haber pasado a través de un estrato de arena, grava y otras materias filtrantes (como fibras o esponjas sintéticas), todo ello distribuido sobre una rejilla de plástico que sostiene las materias filtrantes y la arena.
Para llegar bajo la rejilla de plástico, el agua debe atravesar toda la zona filtrante, y durante el contenido abandona todas las partículas orgánicas que contenía. Entre los poros de las esponjas crecen millones de bacterias que transforman las substancias orgánicas en substancias minerales utilizables por los vegetales.
Este sistema funciona a la perfección si las substancias orgánicas acumuladas no son excesivas y si la oxigenación es buena. En caso contrario, se forman zonas anóxicas dentro de las cuales se crean substancias tóxicas.

En las peceras ya preparadas existe a menudo una zona lateral, o tal vez posterior, revestida de vidrio oscuro de manera que el interior no sea visible, en la cual se aloja el filtro. Este tipo de filtro es uno de los más usados por la comodidad en su utilización. De hecho, mientras que para limpiar a fondo y rehacer un filtro bajo la arena es necesario vaciar toda la pecera, se puede limpiar y rehacer un filtro de este tipo sin remover el interior de la pecera.
El principio de funcionamiento es muy similar al del filtro bajo arena: desde el ventilador. Un tubo lleva el aire a través de una piedra porosa hasta el fondo del tubo de ascenso. Para llegar a la base del tubo de ascenso, el agua debe pasar por la zona filtrante, formada por estratos superpuestos de grava gruesa o lana de perlón, luego una esponja sintética, carbón activado y otra esponja. Durante el trayecto el agua se libera de los compuestos orgánicos que contenía, los cuales son retenidos mecánicamente y luego descompuestos químicamente y biológicamente: ésta es la razón por la que este filtro se llama también filtro mecanico-químico-biológico.
El agua filtrada vuelve a la pecera cayendo de nuevo desde lo alto, moviendo la superficie del agua y favoreciendo una oxigenación posterior. Si el filtro está en proporción correcta con la pecera, no se tendrá que insertar en el acuario otra piedra porosa libre y de ese modo no habrá columnas ascendentes de burbujas de aire.

También podemos encontrar el filtro externo, que funciona según los mismos principios que el filtro lateral. Puede ser mucho más grande y estar escondido a la vista; además puede desmontarse y rehacerse íntegramente simplemente separando temporalmente los enlaces con el acuario. Pero no nos detenemos demasiado en este tipo de filtros puesto que no son del tipo que tenemos en el acuario.

Los materiales filtrantes
Inevitablemente todos los acuariófilos deben conocer perfectamente todo lo referente a los materiales filtrantes. La eficacia del sistema de filtrado depende sobretodo de éstos y el hecho de utilizarlos, manipularlos o renovarlos de forma errónea no sólo puede ser inútil, sino también caro y peligroso para los seres que viven en el acuario.

Describiremos ahora los diferentes materiales filtrantes a los que podemos recurrir:

-Lana de Perlón: La lana de perlón y las diversas variantes de ésta que podemos encontrar en el mercado, son productos sintéticos destinados a filtrar mecánicamente las partículas de diferentes dimensiones según su estructura. La lana de perlón se halla disponible en trama fina, media o espesa, según el uso al que se destine. Hemos de insistir en que es sumamente importante no sustituir nunca el perlón con lana de vidrio o algodón, puesto que los efectos podrían ser desastrosos: el algodón formaría una masa compacta que apenas dejaría pasar el agua a través de ella, mientras que la lana de vidrio se rompería en diminutas partículas peligrosísimas para las branquias de los peces.
El perlón opera un filtrado muy eficaz desde el momento en que constituye también un óptimo sustrato para las bacterias. Además, su color blanco permite controlar en todo momento el grado de obstrucción y la cantidad de detritus que es retenida, por lo que queda garantizada la limpieza en el momento más oportuno. Lavándolo cuidadosamente bajo el grifo, el perlón queda cada vez como nuevo, pero debe recordarse dejar al menos una pequeña parte sucia para que no se pierdan todas las bacterias y por lo tanto no sea necesario mucho tiempo para que el filtro vuelva a actuar de forma biológica además de mecánica.

-Esponja de poro abierto: la esponja de poro abierto se está difundiendo cada día más como sustituto del perlón, gracias a las diferentes capacidades de filtrado y las diferentes medidas en las que se halla disponible. Además este material presenta la ventaja de no deshilacharse y de poder cortarse a medida para el filtro, sin contar con que también parece tener un efecto superior al del perlón como base para el desarrollo de las bacterias. En efecto, en los filtros biológicos de óptimos resultados usar dos capas de esponja como sustrato bacteriano.

-Carbón activo: el carbón activo es uno de los materiales filtrantes cuyo empleo ha sido más debatido tanto entre los acuariófilos aficionados, como entre los profesionales y expertos. Mientras que algunos recomiendan su uso constante, otros incluso lo prohíben de forma categórica.
Al hallarse en forma granular muy fina, el carbón activo ejerce en primer lugar una acción de filtrado mecánico de gran eficacia reteniendo las partículas más pequeñas. Pero este material absorbe gran cantidad de sustancias químicas disueltas en el agua, entre las cuales se encuentran los ácidos orgánicos y los derivados de la albúmina, es decir, elementos nutritivos esenciales para las plantas. En consecuencia, se puede afirmar que es preferible no tener constantemente el carbón activo en el filtro, mientras que puede ser útil hacer uso de él periódicamente. El sistema más práctico consiste en poner en el filtro el carbón activo durante dos días aproximadamente, cada vez que su uso se haga necesario.


Calefacción y calentador

La calefacción de un acuario no es especialmente costosa, ya que la temperatura en los trópicos (que es la que queremos imitar) no es muy elevada, aproximadamente 25ºC.
El coste de mantenimiento de la temperatura del agua tampoco es muy alto, ya que una vez alcanzado el nivel de calor deseado, se requiere poca energía para su mantenimiento. La temperatura se controla de forma automática mediante termostatos, y ésta puede alterarse manualmente, ya que los termostatos admiten la posibilidad de modificaciones de algunos grados por encima y por debajo de los 25ºC.

Un calefactor de acuario está formado por un elemento eléctrico enroscado a un molde de cerámica y todo ello recubierto por un tubo de cristal, resistente al calor y aislante del agua, con una conexión eléctrica. Los calefactores pueden sumergirse por completo, aunque normalmente el nivel al que debe estar sumergido viene indicado en el respectivo calefactor.
Para seleccionar el tamaño adecuado que debe tener el calentador debemos tener en cuenta que ha de tener suficiente potencia para poder calentar todo el agua adecuadamente. Como regla aproximada puede aceptarse la de 10 watios por cada 5 l de agua para un acuario situado en una habitación cuya temperatura está alrededor de los 21ºC. Para nuestro acuario, de 120 l, necesitaremos una potencia de 240 watios. En tanques de grandes dimensiones será necesario más de un calentador, que serán colocados a cada lado del acuario.


La instalación del termostato es relativamente fácil, simplemente hay que tener en cuenta los siguientes factores:

-No poner en marcha el calefactor si no está completamente sumergido, ya que fuera del agua se calienta rápidamente y puede producir quemaduras y explotar al sumergirlo repentinamente en el agua fria.

-Si el calefactor es al mismo tiempo termostato, la parte que contiene éste último debe siempre quedar por encima del calefactor.

-El calefactor debe estar sujeto, ya sea mediante ventosas adheridas al cristal o mediante un soporte ya existente en la estructura del acuario.

-No debe haber arena ni otro tipo de sustancias alrededor, y mucho menos dentro, del calefactor. Este debe estar situado en un lugar en que la circulación del agua sea constante y correcta.

Existe la posibilidad de tener el calefactor y el termostato por separado, pero lo más común y cómodo es tenerlos en un mismo aparato, por lo que no nos centraremos en el termostato como un componente específico del acuario.

Para saber la temperatura a que está el agua del acuario podemos recurrir a diferentes tipos de termómetros. El más habitual es el de alcohol con forma de tubo vertical y sujeto al cristal por una pequeña ventosa. Otros modelos que también se pueden encontrar en muchos acuarios de aficionados son el formado por una tira de plástico termoestable inyectado de cristal líquido. Este nos da una precisión en la medida no muy fiable, pero su atractivo diseño con colores y números digitales lo hace muy popular entre los aficionados. Otro modelo que ha desaparecido casi por completo del mercado es el termómetro exterior adhesivo de bimetal. Este, con aspecto de reloj, se situaba por fuera del acuario y tomaba la temperatura del cristal. A pesar de que estuviera calibrado con precisión normalmente presentaba cierta diferencia en la medición con la del agua del acuario.
En la actualidad se están difundiendo cada vez más los termómetros digitales cuyo control de la temperatura se realiza mediante un dispositivo electrónico que lo dota de una excelente precisión. Además, sólo se introduce en el acuario un pequeño sensor que se disimula fácilmente, dejando en el exterior un bonito conjunto formado por una pantalla de cristal líquido donde se puede leer cómodamente la temperatura.

El lugar más aconsejable para situar el termómetro dentro del acuario es en la zona opuesta al calentador. Las corrientes de convección que se generan, debidas al calentamiento del agua, forman un movimiento circular dentro del acuario. El calentador desprende calor en las capas inferiores del agua y éstas tienden a subir hacia la superficie desplazando el agua fría que allí se encuentra hacia las zonas inferiores. Esta corriente cíclica va calentado todo el agua del acuario de una forma uniforme muy apropiada para sus habitantes. Se puede mejorar esta uniformidad en la temperatura, sobre todo en volúmenes de agua bastante grandes, si disponemos dentro del acuario de un flujo de agua constante, como el impulsado por alguna bomba rotativa sumergible o exterior. Debido a estas corrientes de convección el termómetro se debe situar en la zona opuesta al calentador para que registre la temperatura más baja que alcanza el agua del acuario.

Por último hay que hacer referencia a como conservar el calor en situación de emergencia. En apagones de poca duración, en tanques de más de 60 l la temperatura desciende muy lentamente. Si la habitación mantiene un cierto calor o es posible calentarla de alguna manera, el que no funcione el calentador no suele tener graves consecuencias. Pero si por el contrario el apagón se mantiene durante mucho rato, habrá que envolver las paredes del acuario con mantas o papeles de periódico para conservar el calor. Debe controlarse la temperatura constantemente para evitar descensos bruscos de ésta. Muchas especies resisten temperaturas bajas de hasta 18ºC, si el descenso se ha producido gradualmente. Si el fallo persiste, debe calentarse agua, colocarla en botellas que deberán ser sumergidas en el acuario.

Iluminación

La iluminación es otro de los parámetros importantes a tener en cuenta en un acuario, no sólo para las plantas, que mediante la fotosíntesis utilizan la luz para crear vida, sino también para los ciclos diarios luz-oscuridad de los animales que pueblan el acuario. Por ello, la iluminación deberá regularse de acuerdo con las exigencias tanto de los peces como de las plantas, por lo que hemos de procurar no combinar en el acuario plantas que exijan una luz intensa con peces acostumbrados a vivir en zonas crepusculares o con escasa iluminación. Como es obvio, en los acuarios mixtos las condiciones de iluminación no serán ideales del mismo modo para todas las especies, por lo que deberemos disponer de piedras o trozos de madera en el fondo del acuario que puedan proporcionar refugio a los peces de carácter tímido.

El papel fundamental de la iluminación consiste en estimular la vida de los peces y de las plantas, a través de la fotosíntesis. Este proceso es beneficioso para la población de peces, ya que permite mantener las concentraciones de anhídrido carbónico muy bajas y libera oxígeno al agua. Para que los productores primarios puedan llevar a cavo este servicio, se requiere una iluminación cualitativa y cuantitativamente adecuada.
Las plantas sumergidas necesitan más luz que las cultivadas en tierra, pues parte de la intensidad de la radiación es absorbida por la masa de agua. Si la luz es insuficiente las plantas pueden morir o bien desarrollarse defectuosamente. Por eso es importante saber interpretar los primeros síntomas de carencia o exceso de luz: cuando haya un exceso de luz notaremos que sobre las rocas, sobre la grava del fondo o sobre los cristales comienza a formarse una delgadísima capa verdosa. Si, por el contrario, lo que hay es falta de iluminación, notaremos que el color de las hojas es menos intenso y que los internados empiezan a alargarse, a distanciarse.
Los acuarios tropicales necesitan abundante luz, ya que en los hábitats naturales existen largos periodos de iluminación. Al cabo de 8-10 horas, las plantas ya tienen suficiente luminosidad y ésta puede reducirse. Pueden utilizarse temporizadores automáticos y reóstatos para regularla. Si se reduce la intensidad por la tarde, las especies nocturnas saldrán de su escondite.

Hemos de tener en cuenta que:

-No se deben encender ni apagar las luces del acuario repentinamente, ya que produce estrés en los peces. Deben apagarse las luces del acuario después que las de la habitación; proceder al revés para encenderlas.

-No tapizar la tapa del acuario con papel de aluminio, ya que puede bloquear la ventilación. No colocar las lámparas en el centro de la tapa pues producirán sombras desagradables.